Las caras del tiempo son pocas para escribir. No obstante, es posible encontrar sobre su superficie el momento idóneo para empezar a relatar sucesos.
Un libro comienza por la portada, pero en su interior se halla lo que nos hará olvidar el primer rostro que observamos al tomar un nuevo tomo.
Las emociones se desencadenan en cada página, en cada párrafo. La piel se desgasta en cada palabra abierta con la memoria. Sin embargo, hay recuerdos que parecen empañar el aire que se impregna en las ventanas.
Uno de los sucesos más exitantes y menos obvios que recorren los escritos de siglos es la descripción de la propia muerte. Probablemente se deba a la poca voluntad que esgrimen las almas puritanas y que hablan sólo de cosas bellas a la vista y el olfato. Pero existen otras puertas, otros escenarios abiertos para aquellos que deseen penetrar las verdaderas entrañas de la tierra.
Al alba, el cigarrillo entre mis labios me ayuda a recordar la nostalgia olvidada. La lluvia gris y callejera me llama para decirme que en realidad estoy solo. Caminando, las preguntas me asaltan... ¿Recorro esta calle sólo porque sí o esta esquina es un doblez del destino? Este cosquilleo me parece... extraño. Es algo que... intuyo con sólo aspirar un poco de aire.
Los ecos de mi alma resuellan en pasos que se extienden como bestia herida.
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Monday, September 19, 2005
8:23 PM - Caída
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