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Wednesday, October 26, 2005

8:15 PM - La mitad

Un vuelco de la historia más allá de las esquinas de mi casa me llevó a entender que la senda en realidad se extiende después de la pequeña cerca que rodea mi hogar.
A través del viaje se vio que había otra solución posible, a parte de seguir andando: llegar hasta la puerta de dónde se había partido la primera vez. Cruzar el océano nunca solucionó nada, sólo se reflexionó sobre los fantasmas en el ático y el armario. Esos malditos que habían vivido una rica vida sobre los pasos de su autor. Sin embargo, sí había un arrepentimiento: Nunca debieron desperdiciarse todos aquellos años, pues sólo sirvieron para encontrarse con aquel esqueleto en la esquina de una calle cualquiera en la ciudad de Tokyo.
¡Simplemente era imposible!
¿Para qué huir? ¿Para qué escalar los muros, si de todas maneras habría de hallarse consigo mismo al otro lado del mundo? En algún lugar alguien dijo que la mitad de tu muerte te persigue hasta hallarte. Tiene tu misma cara, tus modales e instintos. Tiene el mismo gusto de ropa. Le gusta la misma música. Es más, pareciera de alguna forma que estudió en la misma escuela y que tus padres la educaron. ¿Pero cómo es posible que uno nunca la vea? Es decir ¿Dónde se oculta todos esos años? Sin embargo, la cuestión es que siempre te halla por mera casualidad. Cuando menos la esperas y la deseas, pero allí está con su semblante trémulo y su sonrisa tonta. Abriendo los brazos para que caigas rendido. De hecho, a veces se presenta en la forma de una mujer. Una de esas amantes perversas y estúpidas que sólo desean tirarte para después jactarse que se acostaron contigo. ¿La venganza? Ponerla ebria y perderla en los recovecos de una ciudad extranjera ¡A ver si encuentra su camino de regreso!
Yo supe de un hombre que no moría, a pesar de intentar el suicidio constantemente.
¡Claro, el hombre tenía 650 años!
¡Qué fastidio! ¡Que aburrimiento! Tantos años y nada de muerte. Me imagino que por eso contrató los servicios de una maestra, quien otro poco muere en el mismo accidente automovilístico con él.
Moraleja:
Cuando no puedas morir, haz lo que tu vecino: Róbasela al más incauto


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